jueves, 5 de febrero de 2015

Vencido por el tiempo

     La imagen de aquel empleado le acudía como algo recurrente, quizás por el hecho de que de niños hubieran jugado juntos y tuvieran cierto parecido físico. Siempre delante de aquella máquina comprobando que el resultado fuera el correcto. Eternamente en su puesto. Después de tanto tiempo transcurrido con algún saludo de cortesía y breve conversación, lo tenía allí, delante de él: su conducta no estaba contribuyendo al buen funcionamiento de las cosas. Se le iba a reducir la jornada laboral si persistía en su actitud.
     No hubo ni replica ni enfados ni gritos. Lo vio vencido. Adulto y ajado por el tiempo y por la circunstancias. De todos los papeles que le había tocado interpretar en la vida, sin duda el más odioso era este. Pasó la segunda tarde del año sentado en una mecedora, mirando hacia un horizonte que en otro tiempo anhelara.