viernes, 13 de junio de 2014

El verano del amor

    La jornada laboral se presentaba como tantas otras, quizás con un poco menos de stress. La jefa en su despacho muy ocupada. Todo estaba en su sitio.
    Paseaba absorto por los pasillos de mi centro de trabajo y una voz grave me interpeló: “hoy es un gran día”- afirmó -. Me dio rabia la falta de imaginación y no supe responder con nada brillante. “Empieza el Mundial”- sentenció -. Y ya no dijo nada más, con paso incierto se alejó hasta que lo perdí de vista.
    Mi primera impresión fue la de calificarlo de friki, pero la frase fue calando en mí a lo largo de la mañana y traté de ver el sentido profundo: un cúmulo de ideas asociadas a otros veranos y a otros mundiales se fue abriendo paso, recordé a Mario Kempes, a Paolo Rossi y a Maradona; la vieja televisión en blanco y negro que sacamos al balcón  para ver la final más frescos, y luego la de color, en el salón de una casa que ya no existe; y entonces deseé, como Amaral en su canción, que volviera el espíritu olvidado del verano del amor, y a la hora del crepúsculo no pude sino exclamar: “¡claro que es un gran día, hoy empieza otro Mundial!”

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