En visión aparente desde
la tierra el sol se encuentra rondando la estrella Alnath. Durante este mes ascenderá
sobre nuestro horizonte recorriendo el mismo camino que nos muestra
la constelación de Tauro en las noches de otoño. Y, gracias a esa
altura sobre nuestras cabezas, estaremos más contentos (también
aparentemente) y las sombras de nuestros cuerpos sobre el asfalto, a
mediodía, serán cada vez más cortas. El cielo será blu dipinto
di blu y tendremos la sensación de estar viendo un cuadro de
Canaletto o de estar escuchando un presto de Vivaldi.
Comeré higos y beberé
té al amanecer; y esperaré hasta media mañana para que el viento
Gregal comience a soplar. Me acordaré entonces de Anaxágoras, quien
afirmaba hace más de dos mil años que nuestra estrella era más
grande que el Peloponeso.
Cuando el viento role a
sureste entre unos pinos centenarios vendrá Demócrito para
recordarme que el individuo debe ser considerado como un mundo en sí,
como un pequeño cosmos donde la principal misión sea mantener el
orden y la paz, y entonces sonreiré con él y me permitiré la
frivolidad de escribir esta frase: tantum in tempore postmeridiano
animae pacem reperio.