domingo, 21 de septiembre de 2014

Personajes del verano (1)

     Sonrió levemente, casi sin querer que se le notara, cuando le di la cantidad de dinero acordada para los quince días. La estancia en su casa fue parte de mi verano en la playa: paseos, sol, noches estrelladas y aviones surcando el cielo. Al día siguiente, con su enorme acento catalán, me propuso que se la comprara. Demasiado dinero. Una cosa es un alquiler y otra son cientos de miles de euros. No estoy hecho para acumular casas.
     Y ahora que llegamos al equinoccio, parece que lo estoy viendo con aire despistado, paseando a su perro por la urbanización que un día sus ancestros cultivaron, cuando era  un campo de naranjos; es por ello que él quizás conserve cierto aire campesino. 
    Y es así como lo rememoro ahora, en un espléndido mediodía del mes de julio, sin camiseta, caminando sobre el paseo de madera junto a la playa, como queriendo por fin ligar tras algún desengaño amoroso. Solitario.  Yo pasé frente a él con una gorra con visera y gafas de sol, y a pesar de todo me reconoció. Me cansé del pueblo con mar y es posible que no regrese más. Tal vez por eso acuda más vivo ese recuerdo de un tipo que me cayó bien y al que ahora, mientras espero la lluvia de otoño, le dedico unas líneas en este blog.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Whatsapp

     En mi nuevo centro de trabajo hay aulas con amplios ventanales que dan a un campo de tiro con arco, lo cual permite que la vista se relaje siguiendo las flechas o recorriendo la línea lejana de cielo que comienza con el rojo edificio de la Facultad de Economía.
     En un artículo que trabajábamos en clase sobre la adaptación de la comunidad portuguesa en Francia, apareció la palabra ailleurs, que se puede traducir al castellano por “en otra parte, en otro lugar”. Pedí a los alumnos que reflexionaran sobre la palabra en ese texto y sobre lo que pudiera significar para ellos. Solo uno de ellos trajo escrito algo al día siguiente, pero me gustó profundamente lo que compuso: “cuando estos portugueses que viven en Francia entran en casa, ya no están en Francia, sino que están en otra parte, en cualquier otro sitio, puede que en Portugal.”
     Yo pensé enseguida en las redes sociales y en la nueva forma de comunicarme que he tenido que adoptar por un cambio de tarifa en mi smartphone. Y quizás lo que conocemos por whatsapp sea algo más complicado que adaptarse a vivir en un país que no es el tuyo, porque todo lo que está o tú creías que estaba ailleurs, te sobreviene y te envuelve como una inesperada ola en mitad de un tranquilo baño en la playa. 
    Tal vez esta contemporaneidad no nos permita irnos o despedirnos definitivamente, y he de decir que añoro las palabras del poeta que afirmaba: “Partir, c’est mourir un peu.”