viernes, 31 de octubre de 2014

Personajes del verano (y 3)

     Mi último personaje es hijo del anterior. Una serie de casualidades quiso que de repente me viera con él en la playa, acompañándole a ver si encontraba a alguien con quien jugar a la pelota y así desfogarse un rato. Yo también me hubiera desfogado, pero llegados a la edad adulta las vías de escape son más sutiles y a veces, invisibles. 
    Encontró un adversario con quien empujarse, disputar un balón, darse patadas y revolcarse por el suelo. Yo los contemplaba desde la distancia. La tarde se había tornado gris y el mar hacía como que rompía sobre la costa. Cuando hubieron acabado de rebozarse en la arena y las fuerzas ya no les respondieron, él se quedó sentado mirando el mar. Viendo que pasaba el tiempo y que era hora de devolverlo con sus padres me acerqué hasta él y le pregunté: “¿piensas en algo?” “No. Solo miro el mar."
     Cuando regresábamos a casa, pensando yo que su madre me reñiría por el estado de suciedad de su hijo, él me cogió de la mano.
     Desde aquel momento supe que escribiría este texto. Y aquí estoy, a las puertas de noviembre, trascribiendo la promesa que le hice a aquella tarde.

viernes, 10 de octubre de 2014

Personajes del verano (2)

     Mi segundo personaje es un antagonista del primero. Dicharachero, deportista, altruista. Quizás hablaba demasiado y siempre me llamaba por mi nombre. He de decir que le debo el haber vuelto a jugar en la playa un partido de fútbol. Me reí mucho, como hacía tiempo, cuando conseguí rematar en una pirueta un balón que él me centró. Golpeé con el pie derecho y caí sobre la rodilla izquierda, intuí que me dolería unos días, pero no me importó porque la trayectoria fue tan limpia y el gol tan bonito, que quedé tumbado en la arena boca arriba con los brazos abiertos, y una carcajada se me escapó mientras el sol, en lo alto del cielo, provocaba destellos sobre el cercano mar.
     Y ahora cambio a segunda persona y es como si te hablara, porque también nos arreglaste unas bicicletas en una tarde sofocante, después de haberte bebido unas cervezas y unos chupitos de orujo, según nos confesaste. Si traté de evitarte aquella tarde en que salí a correr, no me lo tengas en cuenta, en realidad te confundí con otro. Sé que habrás seguido mi consejo de, al menos veinticuatro fotos del verano, sacarlas en papel; porque hay cosas que vale la pena conservar y como bien dijiste, puede que algún día no haya electricidad, y entonces, ya veremos, los de instagram.