Mi
segundo personaje es un antagonista del primero. Dicharachero, deportista,
altruista. Quizás hablaba demasiado y siempre me llamaba por mi nombre. He de decir que le debo el haber vuelto a jugar en la playa un partido
de fútbol. Me reí mucho, como hacía tiempo, cuando conseguí rematar en una pirueta
un balón que él me centró. Golpeé con el pie derecho y caí sobre la rodilla
izquierda, intuí que me dolería unos días, pero no me importó porque la
trayectoria fue tan limpia y el gol tan bonito, que quedé tumbado en la arena
boca arriba con los brazos abiertos, y una carcajada se me escapó mientras el
sol, en lo alto del cielo, provocaba destellos sobre el cercano mar.
Y
ahora cambio a segunda persona y es como si te hablara, porque también nos
arreglaste unas bicicletas en una tarde sofocante, después de haberte bebido
unas cervezas y unos chupitos de orujo, según nos confesaste. Si traté de
evitarte aquella tarde en que salí a correr, no me lo tengas en cuenta, en
realidad te confundí con otro. Sé que habrás seguido mi consejo de, al menos
veinticuatro fotos del verano, sacarlas en papel; porque hay cosas que vale la
pena conservar y como bien dijiste, puede que algún día no haya electricidad, y
entonces, ya veremos, los de instagram.
No hay comentarios:
Publicar un comentario