domingo, 27 de septiembre de 2015

Distancia

     Miro a los que me rodean hablar por teléfono sin cesar, a la vecina que todas las mañanas me cruzo cuando voy al trabajo y que pasea a sus perros mientras habla a través del móvil. Otros en la parada de autobús, otros que parecen hablar solos pero en realidad llevan los auriculares puestos.
     Yo quizás me quedé en la época en que se pagaba por cada llamada y no me hago a la idea de que ahora sea prácticamente gratis hablar por teléfono, porque por lo que te cobran por otros conceptos incluyen lo que se conoce por llamadas de voz.
     Y es así que solo hablo una vez por semana con mi familia, que no vive en la misma ciudad que yo. Conservo la tradición del domingo, de cuando era estudiante y hacía cola para llamar desde una cabina e iba preparando las monedas desde que el viernes me daban el cambio en el supermercado, o de cuando vivía en Francia y tenía que cronometrar cinco minutos.
     Hoy que la distancia parece no existir, a mí se me ha grabado como una canción que escuchas por primera vez en un sitio o en una situación y luego, cuando pasados los años la vuelves a escuchar, quedará de forma perpetua asociada a ese remoto instante.