martes, 30 de julio de 2013

Argos

     Desde la terraza del cine de verano veo ya las habituales estrellas que acompañarán mi insomnio. Astros apenas incipientes sobre la línea del horizonte a los que, muy a mi pesar, sorprenderé en su ocaso. Estoy cansado, exhausto tal vez, pero sé que no dormiré. Como Argos Panoptes, el gigante de mil ojos, recuerdo otras noches lejanas: en las termas de Caracalla, a las afueras de Roma o en la Arena de Verona. Debería recrearlas y como buen insomne escribir sobre el tiempo en que dormía y las habitaciones en que me despertaba, pero ni eso me permiten los mil ojos que todo lo escrutan.

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