domingo, 4 de agosto de 2013

Profano

Al igual que con un ser humano, sorprende descubrir el aspecto desconocido de una palabra: rasgos de una personalidad que nos habían pasado desapercibidos. Alguien que un día determinado nos sorprendió con una actitud jamás vista hasta ese momento. Y nos alegró o nos decepcionó. Es así que supe hace poco que la palabra profanum significó “el que está delante o permanece fuera del templo”. De fanum viene fanático y fanatismo.
Mientras tiendo la ropa en la terraza en esta amable mañana de marzo y una gaviota pasa sobre mi cabeza, me dejo llevar por su vuelo y por las sugerencias que la etimología ha hecho nacer en mí, intento permanecer delante del templo. Haber estado o haber sido (si se me permite la expresión), ante el templo de la Concordia cerca de la ciudad de Agrigento, por ejemplo. Esa es la magnífica pose a la que  aspiro, bajo un sol de verano, con los vencejos revoloteando por encima de las columnas medio derruidas, como símbolos de una clarividencia que quizás antaño nos abandonó pero que sin duda ha de volver.

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