miércoles, 13 de abril de 2016

Libros y estrellas


"El sol que reinó sobre mi infancia me privó de todo resentimiento".
Albert Camus
      Es bonito regresar después de mucho tiempo, cuando ni siquiera el perro del anciano te reconoce. Moverte por las viejas calles como un extranjero, libre de cualquier mirada que te pudiera relacionar con el lugar en que naciste.
      En aquel destartalado pueblo junto al mar era difícil conseguir ese libro por el que sentías curiosidad, quizás escuchado en algún programa de radio o aconsejado por un profesor. La librera era una mujer desaliñada que apuntaba de mala gana las referencias; y el encargo, o no llegaba nunca, o tardaba tanto en llegar que cuando lo tenías entre tus manos ya habías perdido el enamoramiento del primer anhelo.
      Cada vez que en los últimos tiempos visito ese pueblo arrasado por el cemento al que alguien robó la belleza y algo más, me emociona entrar en la suntuosa librería que una franquicia de ámbito nacional ha instalado. Dependientes con uniforme informal, suelo enmoquetado, luz tenue y cálida en cada estantería dividida por temas. Me asombra ver tan cerca de donde habitaba aquella desaliñada mujer, libros de la cuidada editorial El Acantilado, toda la nueva y colorida colección de bolsillo de Alianza Editorial, la solemnidad del negro de Cátedra, las novedades de Alfaguara... En el apartado de papelería, libretas para tomar notas con motivos árabes.
      La imaginación se toma la revancha y pienso en la edad que tendría si no tuviera los años que realmente tengo y no hubiera visto las cosas que he visto. Es entonces cuando me veo otra vez como estudiante de instituto y puedo elegir el libro que me da la gana sin darle explicaciones a nadie. Recorro maravillado los estantes y anoto en esa preciosa libreta todas las novelas o poesías que leeré en esas fantásticas noches de verano, en esa especie de buhardilla que daba a una terraza desde la que se veían todas las estrellas.
     



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