La
2 emitió la noche del viernes diez de diciembre una entrevista íntegramente en
francés, sin subtítulos siquiera, al autor de Lolita. Frente a él un
jovencísimo Bernard Pivot. Preguntado Nabokov por qué lengua era en la que
todavía se sentía más cómodo y, a pesar
de haber escrito casi toda su obra en inglés, el ruso errante que finalmente
eligió Suiza para vivir porque no podía soportar los países donde el correo
(ordinario, el de La Poste, el de Correos) no funcionara bien, afirmó en un
francés conjugado en passé simple, que la lengua de sus ancestros era la
elegida.
Marcello Mastroianni,
en el papel de Romano en Ojos Negros de Nikita Mikhalkov, atraviesa las
inmensas llanuras rusas a bordo de un carromato tirado por un caballo. Al
amanecer, entre la bruma de los bosques y casi dormido, cree escuchar la voz de
su madre que le canta una nana. Cuando los hombres viven destierros obligados o
voluntarios siempre recurren a la lengua materna, o quizás es ella, que se
impone silenciosa como vestigio de nuestro ser primero y más auténtico.
Un muchacho que me
observa al esbozar estas notas, me pregunta:
-
¿Qué haces?
-
Nada, apunto cosas que no se me tienen que
olvidar.
Nabokov escribía con un
lápiz bien afilado.
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