miércoles, 3 de abril de 2013

Nadir

             Cuando está nublado o hace mucho frío y no me apetece subir hasta la azotea, extiendo el brazo y cojo el móvil que, olvidado, reposa sobre cualquier superficie amueblada de la estancia. Aparece entonces un bonito icono con el nombre de google sky maps sobre una luminosa pantalla. 
    Lo toco con el pulgar derecho, como si este fuera una extensión de mi cerebro, y dirijo entonces el artilugio hacia las alturas. Por un instante se queda a oscuras, pero apenas pasados unos segundos comienzan a aparecer sobre el pequeño rectángulo rutilantes puntitos con un nombre debajo que indica las estrellas, constelaciones y planetas que en ese momento hay en el cielo. 
    Dirijo el teléfono hacia el oeste por ejemplo, y allí está la bola anaranjada de Marte, casi sobre la línea del horizonte, y me digo: “un día tendrás que salir a un lugar despejado con los prismáticos colgados al cuello para verlo de verdad, esto no puede seguir así”. 
    Continúo hacia el este, y voy orientándolo hacia abajo hasta que con mayúsculas se lee "NADIR". Curiosamente ocurre que cuando llego al punto opuesto al cenit doy un respingo y aparto mi mirada de él.
Y divago entonces con la pregunta de si no seré yo un ser supersticioso, educado en los viejos libros impresos del siglo XX o en antiguas lecturas del  poema de Dante, extrañado y desconfiado ante estos omniscientes, prometeicos iconos que consiguen mostrarnos lo que no podemos ver.
 
           

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